viernes, 8 de abril de 2011

Disfunción Eréctil

La disfunción eréctil, a veces llamada "impotencia," es la incapacidad repetida de lograr o mantener una erección lo suficientemente firme como para tener una relación sexual. La palabra "impotencia" también puede usarse para describir otros problemas que interfieren con la relación sexual y la reproducción, tales como la falta de deseo sexual y los problemas con la eyaculación o el orgasmo. El uso de las palabras disfunción eréctil deja en claro que esos otros problemas no están implicados.

La disfunción eréctil, o DE, puede ser una incapacidad total para lograr una erección, una capacidad inconsistente para hacerlo, o una tendencia a tener solamente erecciones breves. Estas variaciones hacen difícil definir el DE y calcular su incidencia. Los cálculos varían desde 15 a 30 millones, dependiendo de la definición usada. De acuerdo a la encuesta de Atención Médica Ambulatoria Nacional (NAMCS, siglas en inglés), por cada 1,000 hombres en los Estados Unidos, se hicieron 7.7 visitas al consultorio médico por DE en 1985. En 1999, la frecuencia casi se había triplicado a 22.3. El aumento se produjo gradualmente, presuntamente a medida que se pusieron a disposición más ampliamente los tratamientos tales como dispositivos de vacío y medicamentos inyectables y comenzó a aceptarse la discusión de la disfunción eréctil. Es posible que el avance más publicitado fuera la introducción del medicamento oral citrato de sildenafil (Viagra) en marzo de 1998. Los datos de NAMCS sobre medicamentos nuevos muestran un cálculo de 2.6 millones de menciones de Viagra en visitas al consultorio medico en 1999, y un tercio de esas menciones tuvieron lugar durante visitas para un diagnóstico no relacionado con DE.
En los hombres mayores, la DE generalmente tiene una causa física, como una enfermedad, lesión, o efectos secundarios de medicamentos. Cualquier trastorno que cause una lesión en los nervios o que deteriore el flujo de sangre al pene puede causar DE. La incidencia aumenta con la edad: alrededor del 5 por ciento de los hombres de 40 años de edad y entre el 15 y el 25 por ciento de los hombres de 65 años de edad experimentan DE. Pero no es una parte inevitable del envejecimiento.
La DE es tratable a cualquier edad, y el conocimiento de este hecho ha ido creciendo. Más hombres han buscado ayuda y regresado a la actividad sexual normal debido a tratamientos mejorados y exitosos de la DE. Tradicionalmente los urólogos, quienes se especializan en problemas de las vías urinarias, han tratado la DE; sin embargo, los urólogos sólo son responsables del 25 por ciento de las menciones de Viagra en 1999.

¿Qué causa la DE?

Debido a que una erección requiere una secuencia precisa de eventos, DE puede suceder cuando cualquiera de los eventos se interrumpe. La secuencia incluye impulsos de los nervios en el cerebro, la columna vertebral, y el área alrededor del pene, y respuestas de los músculos, tejidos fibrosos, venas, y arterias en y cerca de los cuerpos cavernosos.
La causa más común de DE es el daño a los nervios, arterias, músculos lisos y tejidos fibrosos, a menudo como resultado de una enfermedad. Enfermedades tales como la diabetes, enfermedades del riñón, alcoholismo crónico, esclerosis múltiple, ateroesclerosis, enfermedad vascular y enfermedad neurológica—son responsables de alrededor del 70 por ciento de los casos de DE. Entre el 35 y el 50 por ciento de los hombres con diabetes sufren de DE.
También, la cirugía (especialmente la cirugía radical de próstata debido a cáncer) puede lesionar nervios y arterias cerca del pene, causando DE. Una lesión en el pene, la columna vertebral, la próstata, la vejiga y la pelvis puede llevar a DE produciendo lesión en los nervios, músculos lisos, arterias y tejidos fibrosos de los cuerpos cavernosos.
Además, muchos medicamentos comunes—medicamentos para la presión arterial, antihistamínicos, antidepresivos, tranquilizantes, supresores del apetito, y cimetidina (un medicamento para la úlcera)—pueden causar DE como efecto secundario.
Los expertos piensan que factores psicológicos como estrés, ansiedad, culpa, depresión, baja autoestima y miedo de falla en el sexo causan 10 a 20 por ciento de los casos de DE. Los hombres con una causa física de DE a menudo experimentan el mismo tipo de reacciones psicológicas (estrés, ansiedad, culpa, depresión).
Otras causas posibles son fumar, que afecta el flujo sanguíneo en las venas y arterias, y anormalidades en las hormonas, como cantidad insuficiente de testosterona.

¿Cómo se diagnostica la DE?

Antecedentes del paciente

El conocer los antecedentes médicos y sexuales ayuda a definir el grado y la índole de la impotencia. Los antecedentes médicos pueden revelar enfermedades que producen la impotencia. Por una simple descripción de la actividad sexual se puede distinguir si los problemas son con la erección, con la eyaculación, con el orgasmo o con el deseo sexual.
El antecedente de uso de ciertos medicamentos de prescripción o drogas ilegales puede sugerir una causa química. Los efectos de los medicamentos son la causa de aproximadamente el 25 por ciento de los casos de impotencia. La interrupción o la sustitución de ciertos medicamentos puede a menudo aliviar el problema.

Examen físico

Un examen físico puede dar pistas sobre problemas sistémicos. Por ejemplo, si el pene no es sensible al tacto, la causa puede ser un problema en el sistema nervioso. Características de sexo secundario anormales, tales como la distribución del pelo, pueden señalar problemas hormonales, lo que significaría que el sistema endocrino está implicado. El examinador podría descubrir un problema circulatorio si observara pulsos disminuidos en la muñeca o los tobillos. Y características inusuales del pene mismo podrían sugerir el origen del problema—por ejemplo, un pene que se dobla o curva cuando está erecto podría ser el resultado de la enfermedad de Peyronie.

Pruebas de laboratorio

Diversas pruebas de laboratorio pueden ayudar a diagnosticar la DE. Las pruebas para enfermedades sistémicas incluyen recuentos de sangre, análisis de orina, perfil de lípidos y mediciones de creatinina y enzimas del hígado. La medición de la cantidad de testosterona en la sangre puede dar información acerca de problemas con el sistema endocrino y está especialmente indicada en pacientes con deseo sexual disminuido.

Otras pruebas

El monitoreo de las erecciones que ocurren durante el sueño (tumescencia peniana nocturna) puede ayudar a descartar ciertas causas psicológicas de la DE. Los hombres sanos tienen erecciones involuntarias durante el sueño. Si no hubiera erecciones nocturnas, entonces es posible que la DE tenga una causa física y no psicológica. Sin embargo, las pruebas de las erecciones nocturnas no son completamente confiables. Los científicos no han normalizado tales pruebas y no han determinado cuándo deben ser tomadas para obtener mejores resultados.

Examen psicosocial

Un examen psicosocial, que utiliza una entrevista y un cuestionario, revela factores psicosociales. También puede entrevistarse la pareja sexual de un hombre para determinar las expectativas y percepciones durante la relación sexual.

¿Cómo se trata la DE?

La mayoría de los médicos sugieren que los tratamientos de la impotencia deben seguir un trayecto que va de las medidas menos invasoras a las más invasoras. Esto significa que lo que se considera en primer término es la interrupción de cualquier medicamento que pueda ser nocivo. En seguida vienen la psicoterapia y las modificaciones del comportamiento, seguidas de la utilización de dispositivos de vacío, medicamentos por vía oral, medicamentos de inyección local y dispositivos que se implantan quirúrgicamente (y, en casos raros, intervenciones quirúrgicas de las venas y las arterias).

Psicoterapia

Para tratar la impotencia producida por causas psicológicas los expertos a menudo utilizan técnicas que disminuyen la ansiedad asociada con el coito. La pareja del paciente puede ayudar a aplicar las técnicas, que incluyen el aumento gradual de la intimidad y la estimulación. Dichas técnicas también pueden ayudar a mitigar la ansiedad cuando se está tratando la impotencia física.

Medicamentos

Los medicamentos para tratar la impotencia pueden ser tomados por vía oral o inyectados directamente en el pene. En algunos hombres que tienen concentraciones bajas de la testosterona natural la testosterona oral puede disminuír la impotencia. Algunos pacientes afirman también que otras medicinas orales, en especial el clorhidrato de yohimbina, la dopamina y los agonistas de la serotonina, y la trazodona son eficaces; pero ningún estudio científico ha comprobado la eficacia de estos medicamentos para aliviar la impotencia. Algunas de las mejorías que se observan después de usar estos fármacos pueden ser ejemplos del llamado efecto placebo, es decir, cuando se produce un cambio es sencillamente porque el paciente cree que se producirá una mejoría.
Muchos hombres consiguen vencer la impotencia mediante la inyección de medicamentos en el pene, lo cual hace que este se llene de sangre. Medicamentos como el clorhidrato de papaverina, la fentolamina y la prostaglandina E1 ensanchan los vasos sanguíneos. Sin embargo, estos medicamentos pueden producir efectos colaterales indeseables, en especial la erección persistente (conocida como priapismo) y la deformación cicatrizal. La nitroglicerina, un relajante muscular, a veces puede facilitar la erección cuando se frota sobre la superficie del pene.
La investigación sobre medicamentos para tratar la impotencia está creciendo rápidamente. Los pacientes deben preguntar a su médico sobre los últimos adelantos.


Dispositivos de vacío

Los dispositivos mecánicos de vacío causan la erección al crear un vacío parcial alrededor del pene, lo cual atrae sangre hacia este, que de este modo se ingurgita y expande. Los dispositivos constan de tres componentes: un cilindro de plástico en el cual se introduce el pene; una bomba que extrae aire del cilindro; y una banda elástica que se coloca alrededor de la base del pene para mantener la erección una vez que se retira el cilindro y durante el coito para impedir que la sangre fluya de regreso al cuerpo.

Una variación del dispositivo de vacío consiste en una vaina semirrígida de goma que se coloca sobre el pene tras lograr la erección y se deja allí durante el coito.

Cirugía

El tratamiento quirúrgico generalmente tiene alguna de estas tres metas: (1) implantar un dispositivo que pueda causar la erección; (2) reconstruír arterias para aumentar el flujo de sangre hacia el pene; o (3) bloquear venas que permiten que la sangre escape de los tejidos peneanos.
Los dispositivos implantados, llamados prótesis, pueden restablecer la erección en muchos hombres con impotencia. Los principales problemas que pueden causar los implantes son la falla mecánica y las infecciones. Los problemas mecánicos han disminuido en los últimos años gracias a los adelantos tecnológicos.

Los implantes maleables generalmente consisten en un par de varillas que se insertan quirúrgicamente en los cuerpos cavernosos, las cámaras gemelas que corren a lo largo del pene. El paciente ajusta manualmente la posición del pene y, por lo tanto, de las varillas. El ajuste no afecta el grosor ni la longitud del pene.
Los implantes inflables consisten en un par de cilindros que se insertan quirúrgicamente en el pene y se pueden expandir usando líquido a presión. Los cilindros se conectan mediante tubos a un depósito para el líquido y una bomba, que también se implantan quirúrgicamente. El paciente hincha los cilindros oprimiendo la pequeña bomba, situada por debajo de la piel del escroto. Los implantes inflables pueden aumentar un poco la longitud y el grosor del pene. También permiten que el pene tenga un estado más natural cuando no está inflado.


martes, 5 de abril de 2011

El Engaño

Mantener una relación amorosa a dos bandas no es una señal de libertad, sino que tiene un origen neurótico. Quien engaña a su pareja, sólo se engaña a sí mismo. La persona infiel ignora que permanece encadenada a deseos inconscientes que lo obligan a mantener lazos patológicos.
Hay personas que parecen marcadas por un destino amoroso en el que la infidelidad casi siempre está presente. No saben por qué se enamoran de alguien que está comprometido o por qué soportan a alguien que les engaña continuamente. Todos hemos conocido alguna historia, más o menos cercana, en la que la infidelidad de uno hacía sufrir a otro. Incluso hemos pensado qué haríamos si nos sucediera a nosotros. Y es que se pueden entender rápidamente los sentimientos de rechazo que produce la infidelidad, pero se necesita tiempo para comprender la estructura psicológica que explica su existencia. 


La tendencia a organizar triángulos amorosos y ser infieles tiene un origen neurótico. No es una señal de libertad, ni de potencia, como creen algunos. Más bien de todo lo contrario. El infiel ignora que permanece encadenado a deseos inconscientes que dominan sus afectos, obligándole a mantener lazos patológicos con los primeros objetos de amor. Se niega a aceptar la experiencia remota por la que fue separado de su madre al entrar en esa relación dual el padre. La díada fidelidad-infidelidad va siempre unida y de su equilibrio depende nuestro bienestar. El prototipo ideal de fidelidad inalcanzable es la relación que mantienen una madre y su hijo. La madre es fundamental para responder a todos los requerimientos del bebé. Cuida y ama a su hijo y no le abandona nunca, pero, por supuesto, le acabará siendo infiel. Los sentimientos de exclusión y engaño constituyen experiencias por las que todos pasamos en nuestros primeros años de vida. 


Manejar la libertad



Superar las vicisitudes de ese impacto emocional nos hace interiorizar una ética que se inscribe en nuestra condición erótica, de tal manera que nos enseña a manejar nuestra libertad en beneficio propio y de aquellos a los que atañen nuestros actos. Ahora bien, puede ser que las relaciones afectivas que hemos vivido hayan quedado mal instaladas en nuestro mundo interno y que eso complique nuestras futuras relaciones, tanto amorosas como sexuales. 




Perjudicados


La persona que engaña a otro no ejerce del todo su libertad. Lo que en realidad está ejerciendo es la neurosis que le habita, aunque se engañe a sí mismo y crea que sólo engaña a su pareja. No hay infidelidad sin un tercero que quede perjudicado. A veces se es infiel contra alguien, en lugar de a favor del amante. El hombre que elige como amante a una mujer con pareja está enredado en una maraña sentimental que incluye también al otro hombre. Según Freud, es el complejo materno una de las razones que abocan a la infidelidad. Este complejo consiste en haberse quedado prendido a la madre más de lo conveniente, lo que hace que el hombre disocie en su inconsciente a la mujer sexuada por un lado y a la madre sin sexo por otro. De esta forma, quiere a la que no desea y desea a la que no quiere, y mantiene en su deseo a las dos: a la mujer y a la amante.
¿QUÉ NOS PASA? 



• La relación de pareja evoca fantasías inconscientes que remiten a nuestros primeros lazos amorosos. Si las relaciones edípicas con los padres no se elaboraron adecuadamente, la infi delidad a la pareja actual puede estar determinada por la fi delidad a un objeto amoroso infantil. 



• En el caso de que sea la mujer la que crea vínculos amorosos donde siempre hay otra, se crearía una rebelión inconsciente contra un padre que ella ha creado como poco atento. Y también una aproximación a esa mujer que ha disfrutado de la sexualidad con ese hombre antes que ella. 



• El hombre que elige como amante a una mujer con pareja está enredado en una maraña sentimental que incluye también al otro hombre. Su rivalidad tendría como transfondo una relación ambivalente con el padre y una pregunta: ¿cómo es el otro con esta mujer? 



¿QUÉ PODEMOS HACER? 



• Reflexionar sobre cómo y cuándo se impone el deseo de trasgredir y pensar si ello produce una sensación de libertad. Esto sucede cuando se vive a la pareja como algo que constriñe y se la coloca en el lugar de la madre o del padre. 



 En ocasiones, confesar la infi delidad a la pareja sin refl exionar primero, es una forma de buscar un castigo. 



• Cuando los triángulos amorosos se mantienen en el tiempo, existe una complicidad inconsciente entre los tres miembros que intervienen en la relación. El tercero perjudicado puede optar por negar la situación y no querer enterarse. 



• Si el impulso a desear la mujer de otro o el hombre de otra se repite en la vida, sería conveniente acudir a una psicoterapia para resolver esa tendencia inconsciente que marca la elección de pareja.

viernes, 1 de abril de 2011

El Hombre y la Obesidad

Según un grupo de investigadores, las mujeres severamente obesas superan a sus contrapartes masculinos en aptitud física y capacidad para digerir apropiadamente carbohidratos.

“Descubrimos que las mujeres obesas son más capaces de manejar la obesidad que los hombres”, señala el doctor Emile F.L. Dubois, coautor del estudio en el departamento de enfermedades pulmonares del Hospital Reinier de Graaf Groep, en Holanda.

El estudio descubrió que los hombres tienen una condición llamada “intolerancia a los carbohidratos”, la incapacidad de utilizar carbohidratos como un combustible de alta energía. Por lo general, las personas con esta condición almacenan un exceso de carbohidratos no procesados como grasa corporal.

Los investigadores dicen que, en conjunto, esta falta de aptitud física e incapacidad para manejar los carbohidratos pone a los hombres severamente obesos en un riesgo más alto que las mujeres de talla similar de desarrollar un “síndrome metabólico”, el cual es un precursor de la diabetes y los padecimientos cardíacos.

El síndrome describe una variedad de factores de riesgo de salud, incluyendo hipertensión arterial, diabetes y obesidad, que con el tiempo contribuyen al inicio de una enfermedad grave.

En su reporte, publicado en la edición de julio de la revista Chest, el doctor Dubois y sus colegas se enfocaron en 56 pacientes holandeses severamente obesos, 22 hombres y 34 mujeres, todos blancos. Ninguno era conocido por tener antecedentes de afecciones cardíacas o diabetes.

Con una edad promedio de 42 años, todos los pacientes fueron sometidos a una forma de cirugía bariátrica con el propósito de ayudarlos a bajar de peso. El procedimiento, conocido como “vendaje gástrico”, consiste en envolver el estómago con una banda restrictora; por lo general éste se recomienda a pacientes con un índice de masa corporal mayor de 40.

Cada uno de los pacientes participó en un programa de control de peso para prepararse para la cirugía. Todos los hombres y mujeres completaron una prueba de ejercicio en bicicleta para observar su salud respiratoria, fortaleza muscular y fatiga.

Según los investigadores, la mayoría de los hombres no cumplió las expectativas en la prueba, mientras que las mujeres excedieron los resultados esperados, pues demostraron mejor capacidad pulmonar y resistencia que los hombres. Además, el 59% de los hombres tenía intolerancia a los carbohidratos o era diabético, en comparación con apenas 35% de las mujeres.

El doctor Dubois y su equipo explicaron que existe una posibilidad de que las mujeres por naturaleza sean más eficientes para almacenar energía, debido al papel que juegan como fuente de alimento para los recién nacidos. Otra teoría es que las hormonas producidas por el tejido grasoso, incluyendo al estrógeno, puedan explicar parcialmente las diferencias genéricas. El doctor Dubois destaca que los hombres tienden a almacenar grasa en la parte superior de su cuerpo y en el tejido muscular, mientras las mujeres almacenan grasa en la parte inferior del cuerpo. Esto podría llevar a una disminución relativamente mayor en la capacidad pulmonar entre los hombres, ya que los músculos abdominales se comprimen bajo el peso de la grasa almacenada.

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